Cuando era niño creia siempre en cosas que me contaba mi
padre a piés juntillas,me las creia todas y cada una de ellas,como si de
un cuento se tratasen,eran historias que a él le habian ocurrido y las
contaba tan bién y las decia con tanta verdad y tan seguro de ello,que
era imposible pensar que todo era un rollo inventado con el que de
alguna manera disfrutaba contando una tras otra y patraña tras
patraña,esos rollos a nosotros,a sus hijos.
Luego
y después de los años,empezó una nueva época para todos,los niños ya no
fueron tan niños y esas historias fueron desgranandose poco a poco y
año tras año en nuestras mentes,que pasaron a ser de esos libros que
lees de pequeño y ya no puedes olvidar,sucede que ya empezamos a darnos
cuenta que mi padre era un mentiroso compulsivo,pero venia el gran
dilema ¿quien lo desafiaba a decirle que cada vez que nos contaba sus
historias nos estaba mintiendo descabelladamente en nuestras caras sin jugarte el físico?
Aguantabamos
el tirón y nos reiamos de cada historia como si fuese la primera vez
que nos la hubiera contado,era algo maravilloso pero al mismo tiempo
algo que a mi en particular empezaba a cansarme de alguna manera,me
sentia engañado a mis ya casi 14 años,no es que yo fuese muy avispado
por aquellos tiempos,pero ya empezaba a darme cuanta de lo que se cocia
en todo esto y empecé a aburrirme de sus historias,antes era yo mismo
quién le pedia que me las contara y sucedió algo que era de esperar,ya
pasaba algo en el seno o en torno a mi familia y el buén hombre soltaba
un macutazo tras otro,que yo empecé a decirle,mejor me reia mirandolo y era él
mismo quien me preguntaba ¿que pasa Manolito que es mentira? y yo le
respondia,no papá,yo no digo que sea mentira,yo digo que yo no me lo
creo,a lo que mi padre se echaba a reir y mirandome con cara algo
contrariada me respondia ¡vaya tela el niño!
Fué
entonces cuando me di cuenta que ya yo no era tan niño y él creo que
también se dió cuenta que ya a mi al menos no podia contarme esas
historias como me las venia contando en mis anteriores años,se rompió
entonces esa mágia que hay entre un padre y un hijo,sucede que poco a
poco él fué perdiendo su confianza en él mismo,nunca me dijo la verdad
de todo y nos perdimos muchas cosas por eso,nos perdimos casi media vida
de él y una gran parte de la mia.
Luego
me hice definitivamente un hombre y formé mi propia familia,desde el
minuto cero me prometí no mentirle a mis hijos nunca,tengo actualmente
tres hijas y jamás de los jamases le he mentido a ninguna de las tres,si acaso en aquella
noche de reyes que ví la inocencia en sus caras y le puse dos carros con
sus respectivos muñecos en la casipuerta de casa,ellas buscaban y
buscaban sus regalos por todos los sitios y nada,no daban con ellos,yo
les decia,subid a la azotea a ver si os lo han dejado allí,sabiendo de
sobras que allí solo habia los cordeles y los alfileres de colgar la
ropa,que donde estaban las sorpresas eran en la casipuerta de mi casa
tras el portón de critasles,ya las pobres aburridas desistieron y me
dijeron,papá no nos han dejado nada,a lo que yo les pregunté ¿vosotras
os habeis portado bien? claro que si papá,hemos sido buenas y los reyes
no nos han dejado nada.
Fuén entonces
cuando me salió esa mentira piadosa y las dije,mirad a ver si os lo han
dejado en casa de Manolita la vecina,Manolita era donde mas tiempo
pasaban las dos y accedieron a salir a ver si los reyes habian dejado
allí algo para ellas,fué entonces cuando recibimos su madre y yo el
mayor regalo del mundo que la vida pueda darle a unos padres,abrieron el
portón de cristales para salir y ¡bingooooo! alli aparecieron dos
carritos con un muñeco cada uno,uno era mas grande que el otro,Maria era y
es mayor que Ana cuatro años y cada una se fué para su carro,sabian que
el grande era de Maria y el pequeño de Ana.
¡mira
papá,mamá! no podré olvidar esas dos caritas mientras viva! volveria a
mentirles en eso un ciento de millones de veces,cuando ya tuvieron uso
de razón aún cuentan aquello como algo maravilloso y yo me caigo de
satisfacción al escucharlas orgullosas contarlo,pasó el tiempo y tuvo
que ser a mis 41 años,vaya paradoja,14 al revés,cuando volví a recuperar
a mi padre,mejor dicho,recuperé y empecé a conocer a Antonio y él a
mi,fué solo un año,suficiente para confesarle,confesarnos tantas
cosas,que tras aquellas miradas de mis dos hijas fué otro regalo divino
aquel último año en su compañia.
Hoy
he entendido que mi padre,analfabeto de no saber leer y a penas
escribir,me contaba antes de dormir,cuentos e historias bellisimas,no
olvidaré jamás aquel toro llamado Tabito,o aquel muñeco llamadoToribio,o
las bellas historias del sangre y el tripón,o aquellas bellas historias
de la chabola y esa cantidad de personajes que en ellas participaban,mi
padre no era de letras,tampoco de números,pero contaba cuentos
bellisimos con los que yo fuí creciendo y a dia de hoy solo puedo
decirle desde aqui ¡Te quiero mentiroso!
Ya tuve oportunidad de
decirselo antes de partir y puedo juraros que es lo mas grande que un
padre puede oir de su hijo y un hijo de su padre,yo a mis hijas les
digo,nos decimos te quiero como algo rutinario y normal,no en plan
empalagoso,nos lo decimos cuando toca de decirnoslo y el cielo y el final de la vida pueden
esperar.